Vitaminas antioxidantes: ¿Cuáles son en realidad? | INTA

2022-09-23 08:34:35 By : Ms. lili chen

Por Jocelyn Fuentes García, Profesora Asistente, Laboratorio de Antioxidantes, INTA – Universidad de Chile

La producción de radicales libres en nuestro organismo se tiende a asociar con el desarrollo de enfermedades, sin embargo, más allá de aquel supuesto, tales compuestos cumplen un rol fundamental en asegurar el correcto funcionamiento de muchos de nuestros procesos biológicos normales. Por ello, nuestro organismo mantiene una producción continua y controlada de dichas especies, para lo cual sintetizamos paralelamente moléculas antioxidantes capaces de aumentar la eliminación de radicales libres o disminuir su producción según sea necesario. Cuando nuestro organismo no es capaz de mantener dicho control, se genera un desequilibrio que favorece la producción de radicales libres por sobre los antioxidantes, produciéndose “estrés oxidativo” (1).

Cuando el estrés oxidativo afecta a sustratos biológicos (como ADN, grasas, proteínas y carbohidratos) se produce un daño oxidativo que, cuando es intenso, sostenido en el tiempo, y no logra ser revertido o reparado por los antioxidantes de nuestro organismo, éste conducirá eventualmente a la aparición de enfermedades asociadas a estrés oxidativo (1). Dentro de estas destacan diversos tipos de cáncer, diabetes mellitus tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas (2). Por tanto, la incorporación de antioxidantes a nuestro organismo a través de la ingesta de alimentos que los contienen puede incrementar en gran medida nuestras defensas antioxidantes frente a la generación de estrés oxidativo, disminuyendo con ello el riesgo relativo de desarrollar enfermedades como las antes mencionadas.

Dentro de los principales compuestos antioxidantes presentes en la dieta destacan las Vitaminas Antioxidantes, entre las cuales se encuentran la Vitamina A, C y E, que son consideradas nutrientes esenciales ya que podemos desarrollar carencias por su bajo o nulo consumo. Si bien existen algunos estudios que evidencian cierta capacidad antioxidante de la Vitamina D y K, se deben realizar aún más investigaciones en humanos para poder llegar a clasificarlas también como Vitaminas Antioxidantes (3).

La cantidad diaria recomendada de Vitamina A en adultos es de 900 microgramos para hombres y 700 microgramos para mujeres. Esta vitamina liposoluble si bien se encuentra como tal únicamente en alimentos de origen animal, en hortalizas lo hace bajo la forma de compuestos pro-Vitamina A. Estos últimos compuestos son los carotenos, que tras ser ingeridos son convertidos en Vitamina A por nuestro organismo. Dentro de los carotenos destaca el beta-caroteno por su capacidad antioxidante (8). La ingesta de alimentos ricos en beta-caroteno se ha asociado, en base a su potencia antioxidante, con la capacidad para reducir el colesterol LDL y aumentar el HDL, mejorar la resistencia a la insulina y disminuir diversos marcadores de estrés oxidativo involucrados en el desarrollo de patologías como diabetes mellitus tipo 2 y obesidad (8). Cabe destacar, sin embargo, que los beneficios para la salud tras el consumo de beta-caroteno han sido demostrados mayoritariamente bajo el consumo de alimentos que lo contienen y no tras la ingesta de suplementos dietarios. Es importante mencionar también que tras la ingesta de alimentos ricos en beta-caroteno, sujetos fumadores presentan menores niveles del compuesto antioxidante en sangre respecto de no-fumadores, debido a que el tabaco produciría una mayor degradación del beta-caroteno, disminuyendo además su biodisponibilidad en nuestro organismo. Aún más, la suplementación excesiva con beta-caroteno en sujetos fumadores podría incrementar el riesgo de desarrollar cáncer al pulmón (9).

La Vitamina A la podemos encontrar en alimentos como vísceras, hígado, huevos y leche de origen animal, mientras que el beta-caroteno (pro-Vitamina A) se encuentra principalmente en zanahoria, damasco, brócoli y espinaca.

Esta vitamina, conocida también como ácido ascórbico, es un potente antioxidante con capacidad para eliminar radicales libres de nuestro organismo, ya sea actuando directamente sobre ellos o indirectamente potenciando las propiedades antioxidantes de otros compuestos, como por ejemplo a la Vitamina E (4). Esta acción indirecta ayudaría a controlar la oxidación de grasas, evitando así la oxidación del colesterol LDL, previniendo con ello el desarrollo de aterosclerosis (4). Adicionalmente, se ha descrito que actúa en la prevención del daño oxidativo del ADN, siendo tal oxidación relacionada con el potencial desarrollo de ciertos tipos de cáncer y envejecimiento (5).

La cantidad diaria de consumo recomendada para esta vitamina es de 75 mg para mujeres y 90 mg para hombres. Es importante destacar que en personas sanas la suplementación con dosis elevadas de Vitamina C, más allá de no parecer útil, puede llegar a ser incluso perjudicial para la salud (6). En tales condiciones el ácido ascórbico comienza a comportarse como agente pro-oxidante, es decir, favorece la formación de radicales libres (6).

De manera natural podemos encontrar Vitamina C principalmente en frutos cítricos, kiwis, frutillas y frambuesas, y en hortalizas como espinaca, espárragos y papas. Desde un punto de vista de su aporte nutricional, es sabido que la Vitamina C se degrada por efecto del calor (cocción) y tras almacenamiento prologando. Además, al igual que otras vitaminas hidrosolubles (solubles en agua), posee una baja acumulación en el organismo, por ello la importancia en que su consumo sea de manera regular, y preferentemente, bajo la forma de frutas y hortalizas frescas crudas o sometidas a cocción durante tiempos cortos.

Cuando se habla de esta vitamina liposoluble (soluble en grasas y aceites) se hace referencia a una familia de compuestos: alfa, beta, gamma y delta tocoferol y tocotrienol. De estos, el alfa-tocoferol es el que ha recibido la mayor atención por su capacidad antioxidante, por ello muchas veces se identifica únicamente tal compuesto como Vitamina E. La principal actividad antioxidante de esta vitamina se relaciona con su capacidad para inhibir la oxidación de grasas que generan los radicales libres en aquellos tejidos de nuestro organismo que contienen ácidos grasos insaturados. Tal inhibición permite una correcta regeneración de nuestros tejidos (7).

Si bien la cantidad diaria recomendada de Vitamina E es dependiente de la edad, 15 mg corresponde a la indicada para la población adulta. Las principales fuentes dietarias de Vitamina E son los aceites vegetales (de girasol, maíz y oliva), frutos secos (como almendras, avellanas y maní) y hortalizas de hojas verdes como espinaca y brócoli. Cabe destacar que una mejor absorción de Vitamina E se obtiene luego de ingerir alimentos grasos (7), no obstante, no se ha establecido aún cual es el mínimo aporte de grasa requerido para optimizar su absorción.

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